Cuando el presidente Gustavo Petro trasladó la sede del Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo (FMMD) de Barranquilla a Riohacha, nos sacudió una mezcla de orgullo, expectativa y alerta profunda. Por primera vez, La Guajira será escenario global. Pero más allá de la emoción, lo que sentimos en carne viva fue otra cosa: urgencia… y desconfianza.
Me tomé varios días antes de escribir esta columna. No por falta de palabras, sino por respeto a lo que este momento significa. Hablé con líderes gremiales, con concejales, con jóvenes estudiantes y periodistas. Observé el pulso de la ciudad y lo comparé con las ciudades del mundo que han albergado este mismo foro. Quería mirar más allá del anuncio y entender lo que de verdad está en juego.
Porque no se trata solo de un evento. Se trata de lo que vamos a mostrarle al mundo… o de lo que vamos a confirmarles sobre el abandono institucional. Por eso, escribo hoy con la mente en alto, pero con los pies en la tierra: Riohacha no puede fallar. Y el Estado no puede volver a improvisar.
Una oportunidad que puede convertirse en improvisación
El FMMD no es cualquier cumbre. Del 1 al 3 de septiembre, Riohacha será anfitriona de líderes mundiales, embajadores, académicos, empresarios y comunidades migrantes. Más de mil delegados internacionales pondrán sus ojos en una ciudad que aún no tiene agua continua, hospitales sólidos, ni un aeropuerto internacional.
Y lo más grave: la decisión se tomó sin consultar a la ciudad. Fue una orden vertical. Una jugada que, más que planeación estratégica, huele a gesto presidencial simbólico con fecha electoral.
¿Qué hicieron otras ciudades cuando tuvieron esta oportunidad?
En Puerto Vallarta (2010), México convirtió el foro en una vitrina de turismo sostenible y logró financiación internacional para refugios de migrantes.
En Estambul (2015), Turquía articuló la cumbre con una reforma migratoria que hoy es modelo para Europa Oriental.
En Marrakech (2018), el evento sirvió para lanzar el Pacto Global para una Migración Segura, Ordenada y Regular.
En Ginebra (2024), Suiza cerró con una declaración de inversión para ciudades fronterizas.
¿Y Riohacha? Hoy, ni siquiera tiene un plan público de acción.
¿Y nuestras autoridades?
Hay que decirlo sin rodeos: el alcalde Genaro Redondo es un hombre entusiasta y optimista, pero su liderazgo sigue siendo difuso y cuestionado. Ha anunciado que el gerente del evento será elegido por consenso entre la Alcaldía, la Gobernación y el Gobierno Nacional, y que ya comenzaron las reuniones de planificación. También ha planteado involucrar a UniGuajira y el Sena en la logística del foro, inspirado en el modelo de la COP 19 en Cali.
Pero detrás de los anuncios y las declaraciones públicas, lo que percibe la ciudadanía es otra cosa: un alcalde ausente, que ha delegado la conducción política del distrito en sus secretarios, quienes terminan siendo los que dan la cara, toman decisiones y gestionan las crisis. La Guajira no necesita portavoces: necesita líderes.
Y esa es la pregunta que nos quema por dentro: ¿puede un foro de talla mundial sostenerse con entusiasmo si no hay una hoja de ruta firme… y un liderazgo visible al timón? ¿O será esta, por fin, la oportunidad del alcalde Genaro Redondo de asumir el mando real de su administración y dejar de tercerizar el poder? Esperemos que sí.
El gobernador Jairo Aguilar, un hombre con experiencia y vocación pública, enfrenta este momento histórico en medio del dolor reciente por la pérdida de su padre. Aun así, se espera que su liderazgo sea el punto de equilibrio entre el Gobierno Nacional y las necesidades reales del territorio. Su papel será decisivo para que La Guajira no solo sea sede de una cumbre, sino protagonista de un nuevo relato de dignidad y capacidad institucional.
Hoja de ruta urgente para evitar el papelón
Infraestructura aérea inmediata
Acondicionar el aeropuerto Almirante Padilla o el aeropuerto del Cerrejón, en Albania. Tiene pista para vuelos de carga pesada y podría, con voluntad política y acuerdos temporales, funcionar como pista diplomática internacional. Es una carta ganadora, pero aún nadie la juega.
Capacidad hotelera y corredores logísticos
Palomino, Manaure, Uribía y Albania deben articularse en una red de transporte segura y diplomática. Riohacha sola no alcanza.
Prensa y conectividad de primer nivel
Fibra óptica, zonas de transmisión y centro de medios. Este evento será narrado al mundo: que la historia la contemos nosotros, no la vergüenza.
Seguridad sin margen de error
Con refuerzo militar, inteligencia activa y contención del crimen organizado. No puede haber titulares que opaquen la cumbre.
Legado estructural y no maquillaje
No más murales sin escuelas. No más toldos sin centros de salud. Un hospital para migrantes. Una universidad wayuu. Un símbolo de justicia real.
Voz wayuu protagónica
Que no nos usen como postal cultural. Que la sabiduría ancestral sea parte del diálogo, no del adorno.
Veeduría ciudadana activa
Cada peso que se invierta debe ser visible, rastreable y evaluado. Porque la confianza no se gana con discursos: se construye con hechos.
Desconfiamos, pero no nos resignamos
Desconfiamos de Petro, y tenemos razones. Pero también tenemos esperanza. Y cuando la esperanza se organiza, se convierte en poder cívico. Esta vez, que no nos pasen por encima. Esta vez, que nos escuchen. Esta vez, que quede huella.
Porque cuando Riohacha se organiza, se convierte en ejemplo. Cuando La Guajira se une, inspira al país.
Este es nuestro momento. Que no lo borre la improvisación. Que no lo ensucie la politiquería. Que lo recuerde la historia como el día en que Riohacha se miró al espejo… y no bajó la mirada.