El país merece una discusión pausada y con argumentos sobre los intentos de golpe de Estado que denuncia Petro. ¿Realmente hay riesgo de golpe o ruptura institucional?
Desafortunadamente la historia política de Colombia no permite descartar rápidamente cualquier intento de atentado en contra del presidente. Las diferencias que tenga cualquier sector político o ciudadano no justifican de manera alguna ejercer violencia en contra del mandatario o de cualquier personalidad política. En todo caso, a la fecha no se conocen planes detallados y creíbles de un inminente ataque que espero nunca ocurra.
Este mes Petro ha arreciado su discurso sobre el eventual golpe en su contra, apuntado al Congreso, las Cortes y el Consejo Nacional Electoral -CNE-. En todos los casos acusa a las instituciones de ser enemigas del proyecto progresista.
Claro que su proyecto político tiene detractores, pero la narrativa presidencial es falsa y peligrosa. Si bien esas instituciones están diseñadas para hacer contra peso al presidente, tampoco han ejercido un contrapoder asfixiante, veamos:
El Congreso de la República no ha sido un estorbo para Petro. Si bien la reforma a la salud se hundió, el Congreso le ha aprobado al menos 13 reformas a Petro: el Acuerdo de Escazú; los presupuestos para los años 2023 y 2024 además de la adición presupuestal del 2023; el presupuesto bianual de regalías; la reforma tributaria; la ley de Paz Total; el Plan Nacional de Desarrollo; Matrícula Cero para las universidades públicas; la prohibición de las corridas de toros y las reformas constitucionales para la Jurisdicción Agraria y el reconocimiento del campesinado como sujeto especial de protección constitucional.
En materia de control político el Congreso no ha estado ni cerca de lograr mayorías para aprobar las mociones de censura en contra de los y las ministras de Salud, Relaciones Exteriores, Defensa y Minas.
Como si fuera poco, el parlamento eligió dos veces al contralor, a la defensora del pueblo y está ad portas de elegir al procurador, ternados y cercanos al presidente. Recuerden que ni el Contralor ni el ternado a la Procuraduría son referentes del cambio, sino políticos tradicionales.
Las Cortes tampoco le han impedido a Petro gobernar. En la elección de la Fiscal ternada por el presidente la Corte Suprema se tardó un poco pero tampoco en exceso, por lo que al final no se materializó una prórroga de la nefasta y politizada gestión Francisco Barbosa.
Aunque el presidente diga lo contrario, el reciente fallo del Consejo de Estado relativo a quién lo puede investigar por la presunta financiación ilegal de la campaña presidencial es favorable al mandatario. El Consejo de Estado dijo hasta el cansancio que el CNE no puede ni suspender ni destituir al presidente.
Genera desconfianza que el investigador de la campaña presidencial en el CNE sea un magistrado uribista investigado por la Corte Suprema en un caso relacionado con paramilitares , pero no es suficiente para materializar un golpe de Estado.
Y para tranquilidad del presidente, el Consejo de Estado ratificó que su único juez natural capaz de suspender o destituirlo por eventuales delitos electorales es la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes. Y la investigación de la Comisión de Acusaciones la adelantan 3 representantes, dos del Pacto y uno del enmermelado Partido de la U. Allí nada avanzará en contra del Presidente.
La Corte Constitucional sí ha tumbado varias iniciativas del gobierno. En dos oportunidades le ha dado un salvavidas permitiendo que el Congreso subsane los defectos de las leyes propuestas por el ejecutivo, pero en una tercera sí afectó por más de 5 billones las finanzas del gobierno con una sentencia que ha sido cuestionada con buenos motivos por el constitucionalista Rodrigo Uprimny.
También es altamente posible que la Corte Constitucional tumbe la reforma pensional. Si la tumba no será porque la propuso Petro y menos porque le aumenta el ingreso a los adultos mayores que nunca tuvieron pensión, la tumbaría porque el gobierno presionó a la Cámara a pupitrear sin debatir de fondo la reforma.
Y para quienes crean que en el pasado sí le valían esas jugaditas a los gobiernos del establecimiento vale la pena que recuerden las sentencias C-557 de 2000, C-760 de 2001 y C-481 de 2018 que le tumbaron reformas a Pastrana y a Duque por los mismos vicios. ¿Antes si servía la división de poderes pero ahora es un instrumento contra el progresismo?
La narrativa del presidente no coincide con la realidad política, jurídica e institucional pero sí concentra todos los reflectores y pasiones dividiendo a la sociedad en un falso dilema. Lo más grave es que con esa narrativa Petro gradúa de enemigos, uribistas y amigos de la guerra incluso a quienes desde la izquierda criticamos sus errores.