La alcaldesa de Soledad, con el proyecto que modifica el Estatuto Tributario del municipio, parece desconocer la expresión popular “prepárate grapa vieja, que lo que viene es guayacán”. O esta otra, para expresarlo en términos festivos, “prepárate abarca vieja, que lo que viene es fandango”, adagios que manifiestan una situación difícil, el primero, o cuando se aproximan las fiestas patronales del pueblo y no se tiene como comprar vestimenta nueva, el segundo. O sea, hay que utilizar lo que se tiene porque no hay para más. Es decir, hay que utilizar esa grapa vieja y oxidada o ese vestido roto y abarcas remendadas, así se revienten en pleno baile.
La situación social y económica del municipio no da para hacerles a sus contribuyentes, y especialmente a la clase media, ese apretón tributario “pulga-metrado”, con el que la médica Alcira Sandoval pretende aliviar o mitigar las angustiosas finanzas municipales. Gaspar Melchor de Jovellanos sostenía que “todo impuesto debe salir de lo superfluo, no de lo necesario”. Es decir, que satisfechas todas las necesidades, tanto materiales, como espirituales, a lo sobrante es a lo que se le debe establecer una carga tributaria. No a lo que se utiliza para el sostenimiento de la familia. Parte que debe ser sagrada.
En el municipio de Soledad, con una informalidad laboral del 56,6% [1], una tasa de desempleo de 12,1% [2] y dado que “las menores expectativas de crecimiento económico en el país y algunas situaciones de seguridad han influido negativamente el ritmo de crecimiento en el número de establecimientos de comercio y servicio” [3], es difícil encontrar contribuyentes con disponibilidad de recursos superfluos. Se podría decir, en términos campesinos, que muchos de ellos andan pilando por el afrecho.
Sin embargo, doña Alcira Sandoval, sin consideración ni aprecio, con el beneplácito del Concejo o de su mayoría, los pondrá a tributar por el servicio a la telefonía, cuyas tarifas son un plagio o una simple y vulgar exacta copia a las establecidas en Barranquilla por el mismo tributo. Así mismo, se pagará una tasa parafiscal por las pocas artes escénicas que se presenten en el municipio. Y a esa clase acomodada, o clase media, la apretará con una tarifa del 8,5 por mil con el nuevo intervalo del impuesto predial, con el agravante de que a los últimos avalúos de cada uno de los intervalos se les aplicará el milaje mayor. Para no hablar de la desmesurada tarifa de la publicidad exterior visual, como tampoco de las doce (12) tasas que se le autorizan cobrar a esa máquina burocrática de hacer dinero llamada EDUMAS.
Termina el 2024 para los soledeños con una inseguridad desbordada, que invadió hasta los planteles educativos y este “regalo navideño” de la administración de Alcira Sandoval que, así realice otra reforma tributaria local, no alcanzará para sanear las finanzas municipales mientras persista, y no se detenga, esa desenfrenada y yoquepierdista carrera de gastar a manos llenas más de lo que se tiene.