El viaje de Petro a la Cumbre de la APEC en San Francisco
La Cumbre del Foro de Cooperación Asia-Pacífico evidenció una vez más su irrelevancia y a Petro solo le sirvió para tomarse la foto con los líderes mundiales
Enrique Daza Gamba
5 de diciembre de 2023
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En su enésimo viaje internacional, el presidente Petro logró otra vez un importante objetivo: tomarse una nueva foto con algunos líderes mundiales. Pero ni los informes de la prensa internacional ni los de la presidencia de Colombia reseñaron que el primer mandatario hubiera hecho algún encuentro bilateral significativo.
La Cumbre del Foro de Cooperación Asia-Pacífico evidenció una vez más su irrelevancia. Las noticias más importantes fueron algunas reuniones bilaterales entre mandatarios y los desacuerdos sobre las guerras de Palestina y Ucrania. Biden aprovechó para volver a llamar dictador a Xi Jinping.
Desde hace años, Colombia ha aspirado a vincularse a ese foro y estrechar lazos con los países de Asia-Pacífico, pero sus gestiones han sido infructuosas y la asistencia de Petro a la reunión no añadió nada nuevo. Tan solo volvió a poner en evidencia la obsesión de Petro de proyectarse como líder mundial en el campo del cambio climático. Y así, poniendo en juego la fantasía y contra toda evidencia, el presidente Petro llegó a afirmar que la Cumbre tenía como tema central el de la descarbonización.
La APEC, foro de Cooperación Asia-Pacífico, se creó en 1989 y su primera cumbre de jefes de Estado se realizó en 1993. No es una organización propiamente dicha sino un foro. Las decisiones se toman por consenso y no tienen carácter vinculante. Durante años suspendió la incorporación de nuevos miembros y los últimos en integrarse, en 1998, fueron Perú, Rusia y Vietnam.
Desde entonces no han entrado nuevos miembros y desde su fundación ha tenido como propósito la liberalización, la facilitación entre las regiones del área y la promoción del libre comercio.
La APEC no ha podido cobrar mayor importancia y menos aún desde cuando Donald Trump, en 2018, le declaró a China la guerra comercial y dio prioridad a acuerdos bilaterales con los diferentes países que la componen.
La irrelevancia de la APEC se ha puesto de presente en reiteradas ocasiones, pues durante varios años, entre 2004 y 2016, se negoció paralelamente el Tratado Transpacífico, TPP, un tratado de libre comercio entre Canadá, Brunéi, Vietnam, Singapur, Chile, Perú, Australia, Japón, Malasia, Nueva Zelanda y México. Su contenido era básicamente igual a lo propuesto por Estados Unidos para la frustrada Área de Libre Comercio de las Américas.
En una jugada geopolítica para aislar a China, el presidente Obama pretendió hacer un tratado de libre comercio que acercara a los países de la cuenca del Pacífico. Después de largas negociaciones que duraron años y habiendo sido ya acordado el TPP, Estados Unidos se retiró de él en 2017. Ante el retiro de Estados Unidos, los once países que quedaron suscribieron el Tratado Integral y Progresista de Integración Transpacífica, conocido también como TPP-11.
El nuevo tratado suspendió algunas medidas que habían sido fuertemente defendidas por Estados Unidos, especialmente las referentes a las inversiones, la propiedad intelectual y los mecanismos para la solución de controversias.
En el caso de Colombia, uno de los motivos para la promoción de la Alianza del Pacífico, que había entrado en vigor en 2016, fue su deseo de entrar a formar parte del TPP, ya integrado en América Latina por Perú, Chile y México, para allanar el camino que le permitiera entrar a la APEC y posteriormente al TPP-11. Colombia pidió ingresar a este último en 2018.
La Cumbre de San Francisco, en resumen, no tuvo mayor importancia y lo que la prensa destacó fueron las reuniones bilaterales entre China, Estados Unidos y México. No fue citada para el analisis del cambio climático y la descarbonización, como afirmara Petro, ni mucho menos para analizar los problemas geopolíticos derivados de la guerra y tampoco el problema migratorio. El tema escogido por el anfitrión, Estados Unidos, fue el de resiliencia, sostenibilidad, interconexión, innovación e inclusión y, lógicamente, se incluyeron en la declaración final los lugares comunes sobre pobreza, desigualdad, gobernabilidad y cambio climático.
La presencia de Colombia como invitado marginal no añadió nada a la reunión ni mucho menos a la situación interna del país, ya de por sí bastante complicada. El desplome de la economía y la violencia sin control ameritarían que el presidente Petro se concentrara en estos problemas más que en la prédica internacional de sus ideas apocalípticas.
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