La democracia, a diferencia de la dictadura en donde todo vale, es un juego de límites y fronteras. Estos límites son porosos, cambiantes y siempre tienen que estar bajo revisión, discusión y ajuste. Lo que llamamos “debate democrático” es normalmente una polémica sobre qué cabe dentro del concepto “democracia” y es, por lo tanto, aceptable en una sociedad que se organiza bajo sus parámetros. Los límites de la democracia cambian según el país, la cultura, la religión y la correlación de fuerzas políticas. Eso hace que este sistema sea a la vez una aventura emocionante, improbable si se quiere, pero siempre muy exigente. Nada, o casi nada, viene dado de antemano. Nadie tiene la última y definitiva palabra. Nos toca a los ciudadanos llenar de sentido, alcance y profundidad nuestras democracias.
Mientras escribo esta columna se da en Medellín (con algunas repercusiones nacionales) un debate sobre límites, roles y desarrollo de la democracia. Un grupo de empresas de comunicación, que yo llamo hace algunos años “la ex revista” (porque siento que se convirtieron exclusivamente en un vehículo de defensa y ataque de un grupo económico y en una máquina de facturar por encima de la ética, la búsqueda de la verdad y la comunicación pública) desarrollan lo que ellos llaman “Foros regionales”. Estos foros los financian, según pieza publicitaria, el distrito de Medellín, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, EPM y la caja de compensación Comfama, y se realizarán en la Universidad EAFIT. Los medios, realizan este tipo de eventos hace muchos años. Los recursos salen normalmente de entidades públicas que quieren aprovechar el megáfono para mostrar sus programas, proyectos y logros y, también, para buscar una relación cercana y un tratamiento especial para alcaldes, gobernadores y gerentes con los dueños y los periodistas.
Entonces, ¿qué hace diferente este foro? Pues sencillamente que se realiza en el contexto de una nueva campaña electoral nacional (cada vez más larga) y que la directora de la ex revista habla, camina, actúa, ataca y defiende como si estuviera de candidata para la Presidencia de la República. Esto no me lo invento yo y no es nuevo. Puede el lector pasarse por la cuenta de twitter de la directora y ver los discursos y presentaciones que hace en otros foros para que concluya por sí mismo que estamos ante una ciudadana que quiere ocupar la primera magistratura de la nación (y no lo esconde). Y, obvio, puede hacerlo porque no tiene ningún impedimento legal. Lo que no puede hacer, o no deberíamos permitir sin por lo menos desnudar la treta, es abusar de su condición de directora de la ex revista para hacer campaña electoral con recursos públicos. Porque ese es el asunto legal y ético de lo que está sucediendo y es en estos términos que debe darse debate sobre los límites y las prohibiciones.
“Si ese grupito elitista de tibios hipócritas no quiere que vaya a EAFIT, no es sino que la universidad me avise. Y así, lo hacemos con miles de personas en la calle. (…) Esos hipócritas y tibios no entienden que no necesito de ellos ni de sus élites”, trinó envalentonada la directora-candidata cuando se cuestionó el evento por redes. Hmmmmm, si no les gusta nos vemos en las calles… ¿A quién más le he oído eso?
Uno puede tratar de ignorar las palabras, el tono y los silencios (nunca ha negado estar en campaña) de la directora-candidata y limitarse a decir que la presentación inicial del foro no apuntaba a un evento de campaña y que las organizaciones financiadoras son neutrales y no participan en política electoral. También, como lo harán las instituciones públicas asesoradas por penalistas, se dirá que a la fecha no hay candidatos inscritos y por ende no se configuraría la participación en política. Esto, que puede ser cierto desde la exégesis legal, es una salida facilista y poco ética.
Las entidades públicas están financiando una serie de eventos que la directora-candidata llama “Vicky en Semana” y que tienen como objetivo “entender mejor sus desafíos y retos, y ayudar a visibilizar sus logros (los de 30 ciudades) (…)”, para “conectar con los ciudadanos”. Los recursos públicos, según el acuerdo que tenemos como sociedad, expresado en la ley, no pueden ser entregados para este tipo de eventos o para videos como el de “el cambio en primera”.
La universidad está para permitir un debate amplio e informado y, así como ha invitado a personajes como Rodrigo Londoño, antes “Timochenko”, Sergio Fajardo, Mauricio Cárdenas y Álvaro Uribe Vélez, puede hacerlo con la directora-candidata. Eso sí, sin dobleces y sin eufemismos. El mismo día de “Vicky en Semana”, por ejemplo, el pregrado de comunicación social podría realizar un evento sobre ética y periodismo para discutir los límites del oficio y su maridaje con lo electoral.
Cuando se mezclan actividades y oficios de responsabilidad y poder lo que suele suceder es que uno de ellos conquista y desfigura al otro. En el caso de la ex revista, sus decisiones y lo que se ve como activa participación de su directora en calidad de candidata electoral, hace que se presuma que la labor periodística ha dado paso a la búsqueda de votos. El fuero que acompaña a la búsqueda de los hechos y de la verdad desaparece y arranca la campaña que señala, califica y descalifica. Cada cual escoge, pero hay que elegir.
Nota: Hace 8 años hago parte del Consejo Superior de la Universidad EAFIT, pero este escrito y las posiciones acá expresadas solo me comprometen a mí y no representan las de la institución o sus directores.