Tomado de: Ojo Pelao Magazine

Colombia y el espejismo del liderazgo: ¿aprenderemos la lección en 2026?

Mar 3, 2025

Colombia se acerca a las elecciones de 2026 con un panorama inquietante. Las opciones presidenciales que emergen parecen más preocupadas por la imagen que proyectan que por la verdadera capacidad de liderar un país en crisis. Vemos candidatos envueltos en discursos grandilocuentes, obsesionados con el poder, rodeados de aduladores que aplauden cada ocurrencia y justifican cada error. Es […]

Colombia se acerca a las elecciones de 2026 con un panorama inquietante. Las opciones presidenciales que emergen parecen más preocupadas por la imagen que proyectan que por la verdadera capacidad de liderar un país en crisis. Vemos candidatos envueltos en discursos grandilocuentes, obsesionados con el poder, rodeados de aduladores que aplauden cada ocurrencia y justifican cada error. Es el síndrome del príncipe de Maquiavelo mal entendido, del narcisismo político descontrolado.

El Príncipe y la distorsión del liderazgo

Nicolás Maquiavelo escribió El Príncipe como un manual para los gobernantes de su tiempo, pero también como una advertencia. Un líder no solo debe ser astuto y fuerte, sino que debe saber escuchar y rodearse de personas capaces, no de cortesanos que solo dicen lo que quiere oír.

Sin embargo, en Colombia hemos visto cómo nuestros líderes caen en la trampa del narcisismo político. Petro es el caso más reciente: un presidente que desconfía de sus propios ministros, que solo tolera la lealtad absoluta y que termina aislado en un círculo cada vez más cerrado de seguidores incondicionales. El reciente caos en su consejo de ministros lo demuestra: cuando un líder se rodea de aduladores y expulsa a quienes lo cuestionan, su capacidad de gobierno se deteriora hasta el colapso.

El peligro de los candidatos espejismo

De cara a 2026, muchos candidatos exhiben estas mismas características. Líderes que prometen “mano dura” pero confunden autoridad con autoritarismo. Políticos que repiten eslóganes vacíos mientras construyen cultos a la personalidad. Candidatos que desprecian la crítica y solo aceptan aplaudidores en su equipo.

Colombia no puede seguir eligiendo líderes que gobiernen con la lógica del ego, que vean en la política una extensión de su narcisismo. El verdadero liderazgo no es rodearse de focas que aplauden cada palabra, sino de mentes críticas que desafían, cuestionan y construyen.

La lección de la historia

Las democracias que han logrado estabilidad han aprendido esta lección. Estados Unidos, en sus peores momentos, encontró líderes como Lincoln y Roosevelt, que supieron escuchar a sus opositores. En contraste, regímenes como el de Hugo Chávez se hundieron en el desastre porque el líder solo aceptaba la ovación de sus seguidores y castigaba cualquier disidencia.

Colombia tiene una oportunidad en 2026. O seguimos repitiendo el error de elegir mesías políticos rodeados de aduladores, o buscamos un liderazgo real, con visión de Estado, con capacidad para unir y con un equipo que le diga la verdad, aunque duela.

Maquiavelo escribió que el príncipe prudente debe encontrar el equilibrio entre ser temido y ser amado”pero lo que tenemos hoy son políticos que solo quieren ser venerados. El país no necesita ídolos; necesita líderes con carácter, pero también con humildad.

El desafío está en nuestras manos. Aprender de los errores de Petro, de los caudillos latinoamericanos y de los falsos profetas que han llevado a Colombia de crisis en crisis. Porque si seguimos eligiendo candidatos espejismo, lo único que tendremos en 2026 es otro desastre anunciado.

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