La crisis de las mujeres «Ninis»: un caldo de cultivo para la pobreza, la exclusión y la violencia
Por Helen Rojas
13 de agosto de 2024
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El DANE reveló que el desempleo subió al 10,3% en el mes de junio tras dos periodos de consecutivas reducciones. La falta de empleo afecta con mayor fuerza a los jóvenes “ninis”, especialmente si son mujeres.
La preocupante realidad de los “ninis” (que ni estudian ni trabajan) afecta a uno de cada cinco jóvenes en Colombia, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), esta situación se ve agravada por la desigualdad de género: por cada dos hombres en esta situación, hay tres mujeres.
La etiqueta ‘NiNis’ simplifica una realidad compleja en Colombia, en 2024 más de 2,6 millones de jóvenes se encuentran en esta situación, según la Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH).
Lo que revela una problemática estructural más profunda que la simple elección individual. Detrás de este porcentaje se esconde una compleja red de factores como la falta de acceso a educación de calidad, la precariedad laboral, la informalidad, y la falta de articulación entre el sistema educativo y el mercado laboral. Estos obstáculos limitan las oportunidades de los jóvenes y los empujan hacia una situación de inactividad forzada.
Las mujeres sufren de manera más intensa los efectos de este fenómeno, evidenciado por una brecha de género. A nivel nacional, esta disparidad es preocupante, pero en el contexto internacional, Colombia destaca con una de las cifras más elevadas entre los países de la OCDE. De hecho, el país ocupa el segundo lugar en la lista, solo por detrás de Sudáfrica.
Este alto nivel de desigualdad sugiere que, a pesar de los esfuerzos por mejorar la equidad de género, persisten barreras significativas que afectan desproporcionadamente a las mujeres en el ámbito laboral y educativo, reflejando una problemática estructural que requiere atención urgente.
¿Dónde se encuentran los jóvenes en el país?
En 2023, la distribución geográfica de la población joven en edad de trabajar en Colombia presentó un panorama diverso, según datos de la OIT. De los 11.907.450 jóvenes en este grupo, el 77% residía en zonas urbanas, mientras que el 23% restante se encontraba en centros poblados y áreas rurales dispersas.
Esta división refleja no solo una concentración significativa en las ciudades principales, sino también las limitadas oportunidades que enfrentan los jóvenes en áreas rurales, con la crisis del sector agropecuario caracterizada por la falta de inversión, la baja productividad y el acceso limitado a tecnología y mercados, ha contribuido a que muchos jóvenes abandonen sus comunidades en busca de mejores oportunidades en entornos urbanos o incluso fuera del país.
Más de la mitad (52,6%) de los jóvenes colombianos de 15 años o más se concentran en solo seis regiones: Antioquia, Valle del Cauca, Cundinamarca, Atlántico, Bolívar y el Distrito Capital. Esto significa que estas zonas albergan a una gran cantidad de jóvenes en comparación con el resto del país.
La población en Colombia se concentra en las cabeceras urbanas, donde vive el 77,2% de acuerdo datos del DANE, y las mujeres una mayor proporción en estas áreas. Los departamentos con mejor desarrollo tienen más población femenina, lo que indica que muchas mujeres están migrando del campo a las ciudades.
Este movimiento ocurre especialmente en las edades productivas y reproductivas, que están relacionadas con el empleo. Las dificultades que enfrentan las mujeres rurales, como la falta de empleo en el campo, destacan la necesidad de políticas que apoyen a estas comunidades y mejoren su acceso al mercado laboral.
El efecto de las brechas de género en la proporción de “NiNis”
El informe de la OIT también revela una preocupante disparidad de género en la conciliación de la vida laboral y familiar. En 2023, por cada hombre joven que abandonaba su empleo por motivos familiares, 2,5 mujeres jóvenes hacían lo mismo. Esta brecha, que en 2016 era aún mayor (3,4 mujeres por cada hombre), evidencia la necesidad urgente de fortalecer las políticas públicas dirigidas a la economía del cuidado.
Si comparamos dónde trabajan los hombres y las mujeres jóvenes, vemos una gran diferencia. La mayoría de los hombres jóvenes (51,6%) trabajan en áreas como la construcción, la agricultura o el transporte. Sin embargo, la mayoría de las mujeres jóvenes (68,9%) trabajan en sectores como la salud, la educación o el comercio. Aunque estos trabajos son muy importantes para la sociedad, a menudo no están bien pagados y no tienen el reconocimiento que merecen.
A pesar de que en Colombia las mujeres se gradúan en mayor número de educación superior que los hombres, el hecho de que haya más mujeres ‘ninis’ se debe a una serie de factores estructurales y sociales. Las mujeres enfrentan mayores dificultades para acceder a empleos de calidad debido a la discriminación laboral, las brechas salariales y la concentración en sectores con menos oportunidades.
Las presiones sociales y familiares, profundamente arraigadas en normas de género tradicionales, siguen asignando a las mujeres el rol de cuidadoras principales. Esta carga adicional, que según el DANE implica que las mujeres dedican cuatro horas y media más al día a tareas domésticas y de cuidado que los hombres, limita su capacidad para participar plenamente en el mercado laboral, según la OIT se necesitan 209 años para cerrar la brecha de género en las tareas domésticas.
Un cambio sin soluciones reales
Aunque el Plan Nacional de Desarrollo refleja un “compromiso” con la igualdad de género al proponer medidas para mejorar las oportunidades laborales y de emprendimiento para las mujeres jóvenes, aún no se han establecido directrices claras para implementar estas promesas. Por un lado, el Sistema Nacional de Igualdad y Equidad, diseñado para formular y coordinar políticas de igualdad, aún carece de lineamientos específicos que guíen su operación efectiva.
Por otro lado, el apoyo al emprendimiento, lo que no es lo mismo a empleo digno, incluye la creación del Fondo Mujer Libre y Productiva para fomentar la autonomía y el empoderamiento económico de las mujeres, enfrenta limitaciones significativas. Dado que las mujeres ya están sobrerrepresentadas en el sector informal y las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) no cuentan con tarifas diferenciales ni condiciones favorables, el emprendimiento no puede ser una solución a corto plazo. La falta de condiciones adecuadas y de apoyo estructural para la formalización empresarial limita el impacto de estas medidas.
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