Por: Roberto Camacho

La restauración en Asocapitales

Mar 26, 2025

Cuando en el año 2012, bajo iniciativa del entonces alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, se convocó el primer encuentro de alcaldes de ciudades capitales, hubo la presencia de 22 mandatarios de los 32 con que cuenta el país; se tuvo el propósito de analizar la posibilidad de crear un órgano que sirviera de espacio de reflexión y transferencia de buenas prácticas en la gestión de problemáticas comunes.

Próximos a cumplir los 13 años de aquel momento y superado el 30 % del periodo institucional de los actuales mandatarios territoriales, Asocapitales se encuentra acéfalo por cuenta de la renuncia extemporánea de quien estuviera al frente de la Dirección Ejecutiva por más de un periodo de cuatro años en el marco de una “reelección” que no se observa por ningún lado en los estatutos de la entidad; si el objeto fundante de este ente es el de gestionar soluciones a problemáticas comunes (financiado en esencia con dineros públicos) y estas se determinan cada cuatro (4) años en el marco de los planes de desarrollo que cada territorio formula con una activa participación ciudadana, entonces no solo es natural sino necesario que con la elección de nuevos “planes de gobierno”, que es lo que en realidad se elige en cada fecha electoral, se lleve a cabo la elección o validación de un nuevo mandato en la Dirección Ejecutiva de Asocapitales.

En igual forma y en la necesaria consistencia entre lo que es el espíritu o filosofía de una política y su herramienta (en este caso la asociación y su liderazgo ejecutivo), también sería conveniente estudiar la representatividad de las regiones en sus órganos. Esto en la medida en que, por un lado, existe una representación fija de ciudades más grandes en la junta y, por otra, la presencia variable de las chicas o el “resto”; configuración que cambia cada año y privilegios no son consistentes con la naturaleza de la entidad.

En lo anterior caben preguntas como ¿si esta conformación permite una verdadera transferencia de buenas prácticas de Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla o Cartagena y demás grandes a ciudades hacia las que me he referido como las del “Extremo Oriente Colombiano”, como Puerto Carreño, Inírida, Vaupés, Leticia y San José del Guaviare?; o ¿qué tan viable es que estas últimas transfieran valiosos elementos de su entorno para solución de las problemáticas urbanas sensibles como las de materia ambiental?

A los actuales alcaldes les tocó bailar con la más “fea” pues heredaron un ejecutivo surgido de planes de desarrollo obsoletos, endeble reglamentariamente, oneroso en términos económicos (algunas versiones señalan que el sueldo de la directora saliente podría haber estado en tres veces el máximo autorizado para el alcalde que más devenga en el país, que es Bogotá; de ahí la pretendida millonaria indemnización), con un centro de pensamiento tercerizado, pues aun cuando Asocapitales hoy se define como tal («Think Tank») lleva al menos dos años consecutivos subcontratando el servicio bajo confesión en sus términos de no tener capacidad para llevar cabo estas actividades (la dirección tampoco tenía perfil investigador) y apelando a organizaciones de pocos años de creación y más experiencia en foros que en producción intelectual.

Recomiendo a los actuales alcaldes sanear sus estatutos alineando el periodo del director ejecutivo con los periodos de los Planes de Desarrollo, reducir la remuneración del director ejecutivo para hacerlo más consistente con el de sus nominadores y su actividad de defensa del bien común y autonomía territorial, permitir la “reelección” hasta por un periodo pensando en la sostenibilidad de la misionalidad y elegir a alguien que tenga la capacidad de construir consensos, dialogar con todas las capitales del país y dirigir la construcción de herramientas que desarrollen el cometido de “coordinación” con la nación en el diseño y ejecución de políticas públicas que deban desarrollarse en sus territorios conforme lo ordenado en la Ley 2082 de 2021.