La muy agresiva decisión de Donald Trump contra los países del mundo de aumentarles los aranceles a las exportaciones de casi todo lo que le venden a Estados Unidos es una de las más duras medidas económicas que haya tomado potencia alguna. Porque además de agredir a China y al puñado de países desarrollados, golpeó a los subdesarrollados.
Y agredió también a los norteamericanos del común, encareciéndoles sus bienes básicos, con lo que se ratifica que es una medida especialmente regresiva.
De estas certezas, y conocida la personalidad de Trump, surge la pregunta: ¿estas medidas, y otras que seguramente vendrán, deben verse como un capricho suyo y del grupito de magnates que lo rodea, que en cualquier momento pueden echar atrás, o estamos ante un acuerdo estratégico de los mayores poderes de Estados Unidos con el fin de recuperar los muchos espacios perdidos en la competencia global?
Al respecto, el conocido analista colombiano Rodrigo Botero Montoya citó al primer ministro de Canadá, Mark Carney, quien explicó la decisión de Trump sobre los aranceles en los siguientes términos:
“La economía global es hoy fundamentalmente diferente de lo que era ayer… El sistema de comercio global anclado en los Estados Unidos desapareció. Nuestra antigua relación de creciente profundización de la integración con Estados Unidos concluyó. El período de ochenta años, durante los cuales Estados Unidos asumió la responsabilidad de liderazgo económico global, durante los cuales forjó alianzas basadas en confianza y en respeto mutuo y actuó como el abanderado del libre intercambio de bienes y servicios concluyó. Si bien esto es una tragedia, es también la nueva realidad”.
Además, Botero Montoya tituló su artículo en La República “Despedida del Hegemón Benévolo” (Abr.16.25) y concluyó en los mismos términos del primer ministro canadiense: “En menos de tres meses, la nueva administración en Washington ha cuestionado las premisas del orden internacional vigente durante ocho décadas”.
Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), Hegemón significa “el que ejerce la hegemonía, supremacía que un Estado ejerce sobre otros, supremacía de cualquier tipo. Sinónimos: Supremacía, superioridad, preeminencia, preponderancia, dominación. Antónimos: Inferioridad, subordinación”.
Aunque sea muy discutible el uso de la palabra “benévolo” para calificar a cualquier Hegemón, de lo que están hablando es de lo que viene de parte de Estados Unidos o de lo que pretenden, es decir, de un mundo peor que el que padecemos, con más subdesarrollo en casi todos los países, más desempleo, más informalidad, más pobreza, más hambre, más corrupción y más violencia.
En cuanto al TLC con Colombia, Trump usó un derecho poco conocido que beneficia a Estados Unidos: que la Casa Blanca puede, unilateralmente, empeorarnos a los colombianos lo pactado, como acaba de suceder con los aranceles de importación a Estados Unidos, los cuales cambiaron a su antojo alegando razones de su “seguridad nacional”, aun cuando sea una falacia. Así, y como se está viendo, en nada quedó la supuesta “estabilidad” de lo acordado de la que tanto se ufanaron los neoliberales en los días de la llamada negociación.
Por razones obvias, debo recordar esta impúdica falsedad de Gustavo Petro: “Latinoamérica, incluida Colombia, se benefician con la política de Trump sobre aranceles”. Además de su propósito de engañar a colombianos y latinoamericanos, ¿también sabe menear la cola?
Bogotá, 3 de mayo de 2025.