Un nuevo comienzo para La Guajira

Hay momentos en que un territorio se detiene frente al espejo de su historia y decide mirarse distinto. El 11 de septiembre de 2025, en Valledupar, La Guajira vivió uno de esos instantes: el nacimiento oficial de su propio Comité Universidad–Empresa–Estado–Sociedad (CUEES). Lo que podría sonar como un acto protocolario más, en realidad fue un hito. Porque este departamento, tantas veces señalado por su rezago, se atrevió a decir: aquí también podemos construir futuro con ciencia, innovación y articulación.

La jornada fue intensa, pero sobre todo inspiradora. Escuchamos a Ernesto Camargo coordinador procesos técnicos RAP caribe., recordarnos con cifras la urgencia de mejorar nuestra competitividad regional. Luego, Gabriel Orozco, desde Atlántico, trazó una hoja de ruta de ecosistemas de innovación que no son un lujo, sino la base de un desarrollo real y sostenible.

Más adelante, Jaime Arteaga de Brigard habló de una década de desarrollo territorial posible en la Costa Caribe, siempre que dejemos de ver los proyectos como islas y empecemos a tejerlos como redes. La experiencia de Gloria Naranjo con Macondo Lab fue otra señal clara: cuando se articula lo académico con lo productivo, el resultado trasciende el aula y transforma comunidades enteras.

No menos valiosas fueron las reflexiones de Diana Gaviria, cuya visión inspiradora nos recordó que la innovación no es solo una palabra de moda, sino una herramienta concreta para transformar territorios. Con su liderazgo, entendimos que las redes de innovación son cadenas de confianza que pueden tejer puentes entre departamentos y sectores históricamente desconectados. La experiencia de Connect Bogotá, que hoy se suma como aliado del CUEES de La Guajira, será fundamental para transferir aprendizajes, fortalecer capacidades locales y abrir puertas a colaboraciones nacionales e internacionales que nuestra región necesita con urgencia.

Junto a los aportes de Dayana Camargo y Tatiana Bolívar, quedó claro que la innovación es un ecosistema vivo, y que La Guajira tiene en sus manos la posibilidad de nutrirlo con su diversidad y su identidad propia. Y con María Cristina Isaza entendimos que la participación ciudadana no es adorno, sino condición para que cualquier transformación sea legítima y duradera.

El momento más simbólico llegó con la firma del acuerdo de voluntades que dio vida al CUEES Guajira. Ese instante, acompañado de aplausos, no fue solo el cierre de una agenda: fue la apertura de un nuevo capítulo en la historia de nuestro departamento.

La Guajira tiene desafíos enormes: pobreza estructural, brechas educativas, falta de diversificación económica. Pero también tiene recursos inigualables: sol y viento para energías limpias, una riqueza cultural que fascina al mundo y una juventud que, si se le abren caminos, no tendrá que emigrar para cumplir sus sueños. El CUEES no resuelve todo de inmediato, pero nos da algo que nos hacía falta: una mesa donde todos los actores puedan sentarse y construir juntos.

Hoy quiero agradecer, en nombre de tantos guajiros esperanzados, al rector Carlos Robles, quien desde la Universidad de La Guajira ha puesto su sello académico y su respaldo institucional a este proceso, y a la directora provincial de la sede Villanueva, Yamile Eugenia Maestre Liñán, quien nos representó con unas sentidas palabras que conectaron con el espíritu de este encuentro. Una mención especial merece Gelca Patricia Gutiérrez Barranco, desde la sede de Valledupar, madrina del CUEES en La Guajira, cuyo compromiso ha sido fundamental para abrir caminos. A la Mesa de Unidad por el Desarrollo de La Guajira, en cabeza de monseñor Francisco Ceballos, que nos recordó que la fe también se traduce en acción colectiva.

A la Mesa Más de la ANDI, liderada por Luis Guillermo Baquero, que tendió puentes entre lo empresarial y lo social. Y no puedo dejar de nombrar a Felipe Rodríguez y Emilsa Rojas, del Comité Cívico Dignidad por La Guajira, cuya voz ciudadana ha sido decisiva en este proceso. Todos ellos demostraron que cuando se suman voluntades diversas, La Guajira puede convertirse en un referente nacional de articulación, confianza y esperanza.

Pero este no puede ser un esfuerzo de unos pocos. Necesitamos a los empresarios, a los maestros, a los jóvenes, a los líderes comunitarios, a las mujeres que sostienen la economía popular. Necesitamos que cada ciudadano entienda que el desarrollo no se decreta: se construye.

La Guajira ya dio el primer paso. Ahora, la pregunta es si tendremos la voluntad de caminar el resto del camino.

Hoy quiero invitar a mis paisanos y a quienes desde otras tierras miran a La Guajira con desconfianza o con lástima, a que cambien la mirada. Este no es un departamento condenado al atraso. Es un territorio que empieza a tejer su propio relato de grandeza.

El reto está planteado. La esperanza ya se encendió. Ahora nos toca a nosotros hacerla irreversible.

Autor