El cierre de Colmotores y la urgencia de proteger nuestra industria nacional

Por Diego Pérez
23 de mayo de 2024

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Industria Colmotores Diego Pérez

Defender la industria nacional debería ser un acuerdo unánime en todo el país, pero el reciente cierre de Colmotores pone de manifiesto que ningún gobierno nacional ha mostrado un interés genuino en impulsar el desarrollo económico de Colombia. La industria desempeña un papel fundamental en el crecimiento económico y el bienestar social al generar empleos de calidad, estables y bien remunerados, además de impulsar la generación de riqueza, y fomentar la innovación y la creatividad.

 

Sin embargo, desde la apertura económica liderada por César Gaviria, se han impulsado políticas que desprotegen a nuestras empresas y las exponen a condiciones injustas de competencia, especialmente a través de los Tratados de Libre Comercio (TLC). Estos acuerdos, particularmente con Estados Unidos y la Unión Europea, obligan al país a competir en un terreno desigual, donde nuestros competidores cuentan con un mayor desarrollo tecnológico y amplias subvenciones para sus industrias. A pesar de ello, se nos exige, entre otras cosas, eliminar los aranceles, una herramienta fundamental con la cual un Estado protege su economía ¿acaso Estados Unidos no ha utilizado los aranceles para protegerse de las importaciones de China?

 

La capacidad productiva no tiene comparación. Mientras que en Estados Unidos se fabrican cerca de 10 millones de vehículos al año y en Europa alrededor de 9 millones, en Colombia, en su mejor momento, apenas se produjeron cerca de 150 mil unidades. Esta desproporción es enorme, especialmente cuando los niveles de productividad a mayor escala permiten la disminución de costos al consumidor. Es decir, resulta más económico importar que comprar productos nacionales, lo que en últimas conduce a la quiebra de las empresas colombianas.

 

La dinámica generada por los TLC ha dejado a Colmotores en una posición de desventaja frente a empresas extranjeras que sí son apoyadas por sus estados. Como consecuencia, año tras año se reduce la participación de los vehículos hechos en Colombia en el mercado interno. Colmotores pasó de producir cerca de cien mil unidades de vehículos en un año a apenas once mil. Se reemplazó el empleo nacional con la producción extranjera. No es lo mismo que se produzca un bien a que se importe.

 

Los TLC limitan la capacidad del país para proteger de su industria, imponiendo clausulas como la de Trato Nacional, la cual obliga a que toda política benéfica para un sector industrial colombiano deba beneficiar igualmente a las compañías de los países con los que se tenga este acuerdo. Por lo cual, en un escenario de tratados de libre comercio no es posible desarrollar políticas que protejan nuestra economía.

 

Esta es otra de las mentiras de campaña de Gustavo Petro, quien prometió la renegociación de los TLC. Ningún hecho, más allá de sus discursos, ha demostrado que avance el proceso de renegociación de los TLC. Ilusionarse con un cambio es imposible, porque son amplias las demostraciones de la sumisión de este gobierno a los intereses de Estados Unidos.

 

El cierre de Colmotores, una pieza clave en la industria automotriz colombiana, nos debe llevar a reflexionar sobre el devenir del país. No podemos seguir en una senda antinacional donde da lo mismo traer productos del extranjero que producirlos dentro de nuestras fronteras, sacrificando empleos, acceso a tecnologías, y la posibilidad de desarrollar cadenas de producción y un tejido empresarial sólido. Es momento de unirnos en torno a la idea de desarrollar la industria y la producción nacional.

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