Bogotá, 11 de febrero de 2021.

Laura Torres Romero

Licenciatura en Biología, Universidad Pedagógica Nacional de Colombia

Este año se cumplen seis años desde que se estableció el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Esta fecha cobra relevancia cuando se echa un vistazo a las desalentadoras cifras de las mujeres en los campos STEM, (por sus siglas en inglés: ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y el lamentable papel que le asigna el Gobierno Nacional a la ciencia en Colombia.

Según un estudio de ONU mujeres (2020), para  julio de 2019 el promedio mundial de investigadoras era de solo 29,3%, apenas el 3% de los premios nobel en ciencias había sido entregado a mujeres y de cada 100 estudiantes que estaban cursando carreras STEM a nivel mundial, tan solo 35 eran mujeres. Este último dato corrobora la existencia de una marcada segregación horizontal que es alimentada, entre otras,  por estereotipos de género según los cuáles las mujeres no poseen las “habilidades y talentos naturales -inherentes a los hombres-” para las ciencias.

Otro hecho que llama la atención es que la brecha de género aumenta en los niveles más altos de las carreras profesionales. La segregación vertical se traduce en que hay menos mujeres con doctorado, que las publicaciones escritas por mujeres son menos citadas que las publicadas por hombres o que apenas el 27,8% de las patentes desarrolladas en América Latina y el Caribe, incluyen al menos a una mujer inventora[1].

Aunque ser mujer en los campos STEM es un reto en sí mismo, el panorama puede agudizarse aún más, si se vive en un país en el que no se financia adecuadamente a la ciencia. Según el mismo estudio mencionado anteriormente, en los países que más se invierte en I+D (investigación y desarrollo), en relación con el PIB, se presentan menores niveles de desigualdad de género que en otros países. Esto es particularmente indignante si se tiene en cuenta que para 2021 en Colombia, la ciencia representa el 0,039% del PIB.

Es una necesidad que luchemos con determinación para eliminar las barreras socioculturales, económicas, institucionales y políticas a las que se enfrentan las mujeres desde la primera infancia y en el transcurso de su vida académica y laboral para acceder, mantenerse y avanzar en el ámbito científico. Una de las formas de luchar contra esta desigualdad es reconocer y divulgar el trabajo de científicas del pasado y del presente, que fueron y son invisibilizadas sistemáticamente. Se debe estimular y promover el interés de las niñas por la ciencia y jamás volver a reforzar los estereotipos de género que les arrebata los sueños de adelantar una carrera científica. Es indispensable avanzar en la redistribución de las tareas de cuidado que históricamente han recaído sobre las mujeres[2]. Finalmente, es preciso exigir al Gobierno Nacional que le otorgue a la ciencia, el papel preponderante y estratégico que supone la ciencia en el progreso de las naciones, así como financiación digna que contribuya a cerrar la marcada  brecha de género.

[1] ONU mujeres 2020

[2]www.elespectador.com/noticias/ciencia/el-covid-19-ha-acentuado-la-brecha-de-genero-en-la-ciencia/&sa=D&source=editors&ust=1613014298406000&usg=AOvVaw3cw6U8-jITIinuoywPwAdK

 

Referencia bibliográfica:

ONU Mujeres (2020). Informe Regional Las Mujeres en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) en América Latina y El Caribe. Disponible en: https://www2.unwomen.org/-/media/field%20office%20americas/documentos/publicaciones/2020/09/mujeres%20en%20stem%20onu%20mujeres%20unesco%20sp32922.pdf?la=es&vs=4703

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