Reforma Agraria Integral Cafetera: los cafeteros quieren saber en qué consiste

Oscar Gutierres Reyes

15 de febrero de 2023

Pasó inadvertida la propuesta que hiciera la ministra de Agricultura, Cecilia López Montaño, en el 90º Congreso de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia. En dicho evento, la Ministra propuso que debe hacerse una reforma agraria integral cafetera, para mitigar la precaria situación económica que vive más de la mitad de los campesinos que siembran y cosechan café.

Afirmó López Montaño que esa reforma la tienen que hacer los cafeteros con sus recursos. Añadió que, si bien el gobierno puede apoyar en términos de conocimiento, no tiene ni con qué cumplir con la compra de tierras que prometió en la campaña electoral y que, si acaso, podrá comprar 500 mil hectáreas durante todo el período.

Y aquí, quienes estamos atentos a estos asuntos del café, le preguntamos a la señora Ministra con cuáles recursos se va a adelantar la reforma agraria integral cafetera, especialmente si se tiene en cuenta el hecho de que los medianos y grandes caficultores están debilitados y la Federación Nacional de Cafeteros tampoco tiene los recursos necesarios para ello.

¿Será con los recursos que se destinan a la atención del mandato del Fondo Nacional del Café (FoNC), que son única y exclusivamente para garantizar la compra del café, es decir, para la garantía de compra, para la investigación tecnológica y científica y para la divulgación de este conocimiento entre los caficultores a través de los servicios de extensión, así sean deficientes?

Al igual que miles de productores, pregunto: ¿de dónde más pueden salir esos recursos que, dependiendo de en qué consista la reforma agraria integral cafetera, pueden ser muy cuantiosos?

Si se trata de atacar el microfundio y el minifundio, hay que aclarar que la poca productividad de muchos de esos predios no se presenta porque así lo quieran los productores sino por factores de hondo calado, entre ellos la poca tierra de que disponen, la falta de recursos tecnológicos y económicos, el bajo nivel educativo y el envejecimiento de millares de productores, entre otros asuntos.

Entonces, es necesario saber cuál es el alcance propuesto, cuánto valdrían las hectáreas a comprar y el costo de las demás inversiones a realizar para corregir la desigualdad en la tenencia de la tierra y en la productividad que hay en las zonas cafeteras.

Estas son preguntas de gran relevancia, especialmente si se tiene en cuenta que, según la FNC, hay aproximadamente 865 mil hectáreas sembradas, de las que son propietarias 540 mil familias, la gran mayoría de las cuales posee entre 0,1 y 10 hectáreas, para un total de 524 mil hectáreas. Las demás hectáreas sembradas están distribuidas así: las familias que tienen entre 10 y 30 hectáreas poseen en total 242 mil hectáreas y las que tienen entre 30 y poco más de 100 hectáreas poseen en total 103 mil hectáreas, según la Encuesta Nacional Cafetera de 1993-1997.

Es importante que el gobierno nacional dé respuesta a este asunto y a los cinco puntos que han señalado en dos cartas consecutivas, enviadas al presidente de la República, las organizaciones del agro, Dignidad Agropecuaria y Dignidad Cafetera.

¿Son los productores de café más acomodados los responsables del micro y minifundio en las zonas cafeteras? ¿Debe recaer sobre ellos el peso económico de una reforma agraria cafetera integral? ¿No debería dirigirse la mirada y el análisis a buscar la verdad en las relaciones de intercambio comercial -bastante injustas- en la comercialización internacional del grano?

En efecto, es inaceptable que un sector como el cafetero, que genera millonarias ganancias y que le generó ingresos al país por exportaciones —14,5 billones de pesos por la compra del café en la cosecha que acaba de terminar— tenga al 54% de los productores en condiciones de pobreza. Pero, si bien hay acuerdo en esta apreciación, se trata de una realidad que la Ministra no debe acomodarles a los medianos y grandes productores de café.

Las condiciones en las que están los caficultores de Colombia son el resultado de los acuerdos internacionales aceptados y el desigual intercambio implícito en los mismos. Estos permitieron los precios injustos que pagan las multinacionales a los productores de café, y la culpa corresponde a quienes año tras año se quedan con una parte sustancial del valor del trabajo y esfuerzo de los caficultores —de todos—, sin importar su tamaño.

Dirigentes de Dignidad Agropecuaria, Dignidad Cafetera, directivos y miles de caficultores de la propia Federación Nacional de Cafeteros y ciudadanos preocupados por los asuntos del café y del agro, queremos, solicitamos, una explicación.

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