Hambre y elecciones

Libardo Gomez Sánchez

18 de abril de 2022

Una plaga recorre el planeta, el flagelo del hambre física. María no sabe que hacer, los treinta mil pesitos que se gana al día haciendo oficios varios en una casa de familia no le alcanzan para pagar arriendo, servicios públicos y mucho menos para hacer mercado; El kilo de milanesa que hace año y medio le costaba once mil pesos hoy en la galería no baja de veinte mil, el plátano que se conseguía por 600 ahora mínimo vale 1000, un huevo doble A que se compraba a 300 la unidad ahora está en 450, la bolsita de mora de 1200 pasó a 2500 y así sucesivamente ha ido ocurriendo con todos los alimentos como el arroz que de 900 se trepó a 1600 la libra. Ahora María compra mota, la grasa que sobra en los cortes de carne para ponerle al caldo sin papa y dar a los comensales la sensación del contenido de sustancia.


María no se explica cómo pudieron escalar los precios de manera tan descomunal, ella no sabe de Tratados de Libre Comercio, ni de la subida del dólar y por consiguiente de la comida que se importa para humanos y animales, menos de los costos de los abonos que se utilizan en los cultivos.


Ella solo mira con angustia como sus hijas van perdiendo peso, cada día se acentúa la palidez de sus rostros y ocultan los retorcijones que les provoca el hambre los días en que materialmente no hay bocado que comer. Por largo tiempo se resistió a la mendicidad, pero en momentos como esos se ha volcado a la calle a pedir una moneda por el amor de Dios.


A pesar de que son miles las Marías que deambulan por las esquinas de los semáforos, indigna que en el momento en que se debate el futuro de la Nación por la vía de elegir el próximo presidente, el tema de la seguridad alimentaria no copa un segmento importante de las intervenciones de los candidatos que los medios dan por ganadores, el del establecimiento no opina de nada y el “alternativo” únicamente se refiere al cambio climático como razón de todos los males del país, ahora en su afán electorero propone perdonar a los corruptos, responsables de las angustias de las Marías en Colombia. En contraste Fajardo recorre el país presentando un programa de unidad nacional que dedica un capítulo especial a proponer políticas que resuelvan la amenaza a la garantía de la provisión de alimentos que se cierne sobre Colombia, luego de la destrucción de la producción agropecuaria en estos últimos treinta años con las importaciones masivas de productos extranjeros que de paso han expuesto al país a un endeudamiento cada día más inmanejable.


María Antonieta y Luis XVI su rey terminaron en la guillotina, los parisinos agobiados por el hambre derribaron las rejas de Versalles y terminaron cobrando cuentas. Los dueños del poder deberían estudiar la historia para tomar sus decisiones, la autoridad sólo es tal hasta el momento en que los subordinados deciden romper las cadenas y su furia, similar a la de los elementos cuando salen de su cauce, termina por arrasar todo.
LIBARDO GOMEZ SANCHEZ

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