Dignidad para Santa Marta y el Magdalena

Ruben Dario Ceballos

1 de febrero de 2022

De cara a los próximos comicios electivos, que tienen como finalidad constitucional y legal en lo local y municipal, elegir ediles, concejales, alcaldes, y en lo departamental diputados y gobernador, creo necesario, como Presidente para el departamento del Magdalena del Partido Político DIGNIDAD, poner a consideración de la ciudadanía samaria y magdalenense, algunas reflexiones expresando los objetivos que deben ser de gobierno, así como ejes y directrices de gestión entre otros particulares y generales aspectos que deberían ser encarnados por los elegidos a cuerpos colegiados y administraciones públicas, para el período 2224 – 2027, mismos que en mi real saber y entender serán a todas luces benéficos para el conjunto de nuestra sociedad toda. Una especie de hacia dónde debemos ir y dónde cada uno de nosotros pueda, a su vez, aportar su colaboración para la obtención de los fines que deberemos imponernos por encima de cualquier bandería partidista.
 
Considero que debemos plantearnos un hacer de prácticas colectivas de cooperación que superen lo individual, como sucede en las democracias de fuerte intensidad, donde los adversarios discuten y disienten cooperando. Tenemos que inventarnos el porvenir. Ser prospectivos y estratégicos. Fijarnos prioridades en lo local, municipal y departamental. Construir de manera importante, políticas públicas del mediano al largo plazo, sin olvidar lo urgente, para crear mañana y generar tranquilidad. Importa saber adónde vamos y adónde no debemos volver.
 
Tenemos como ciudadanos, en ejercicio de la soberanía popular, decidirnos por lo mejor, por que avancemos decididos hacia lo edificante, darle la vuelta a las páginas inciertas de la historia, lo que debe ser mérito común; pero, ser, ante todo, una decisión consciente y colectiva de la ciudadanía samaria y magdalenense, en dirección a marcar una fuerte opción por el futuro y el cambio.
 
Obligados estamos a pensar diferente, participar más, respetar la diversidad. Saber que de los disensos surgen los consensos. Tenemos un pasado, que, sin que hagamos un repaso de nuestros males, lo palpamos lleno de fracasos, dolor, enfrentamientos, malas energías y luchas estériles, debiendo en consecuencia tener claro que para que haya futuro y no repetir los males del pasado, necesitamos enfrentar decididos el reto del cambio. Por mandato popular, comprensión histórica y decisión política, es ésta la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y de la reconstrucción moral que demanda el hoy. Cambio, reconstrucción y transformación son los modernos nombres del porvenir, de ahí que no debamos ni podamos conformarnos con elegir a los mismos con las mismas y las peores.
Como partido político, será nuestro propósito cambiar los paradigmas en beneficio colectivo, poniendo especial atención en el mantenimiento de la democracia, así como avanzar en su fortalecimiento y profundización. Igual hacerlo en materia económica, donde necesitamos consolidar desarrollo, crecimiento e integral prosperidad. Combatir a fondo pobreza, exclusión social y fragmentación. Acercarnos, unirnos y entendernos más. Ir tras las soluciones mejores. Y si bien nos interesan unos buenos resultados electorales, queremos llegar para coadyuvar cambios en términos de gestión y en sintonía con los superiores intereses de la comunidad.
 
Tampoco debemos ni podemos hacerle el juego a aumentar el desprestigio de la política y el derrumbe de municipios y departamento, sino medir el éxito de la política bajo otros parámetros en orden a nuevos paradigmas, juzgarla desde su acercamiento a la materialización del bien común, funcionamiento pleno del Estado de derecho, vigencia de una efectiva democracia, correcta gestión de gobierno, efectivo ejercicio del poder político en cumplimiento de trasparentes y racionales reglas, velar por que se imponga la capacidad reguladora del Estado desde sus organismos de control. Cambiar traduce medir el éxito o fracaso de la dirigencia desde otras aristas. Los discursos no bastan y serán vacíos e insuficientes sino se analizan conductas, resultados y acciones. El éxito se medirá desde la capacidad, decisión y eficacia para encarar cambios.
 
No más mentiras, demagogia, engaños, ni anuncios grandilocuentes de planes seguidos de frustración por la ausencia de resultados con las consecuentes desilusión, incertidumbre y desesperanza. Nuestra lógica será funcional y conceptual, en el entendido que la gestión se construye con el trabajo diario y en la acción cotidiana que nos permitirá mesurar los niveles de avance. No nos vamos a hacer notar ni distinguir por los discursos de los nuestros, sino por las acciones que adelantemos y los cambios que encaremos con decisión y coraje, avanzando sin pausas ni depositar la confianza en milagros ni genialidades aisladas. Es cambiar sin destruir, sumar sin dividir, aprovechar las diversidades sin anularla, construir sobre lo construido, para lo que necesitaremos bastante trabajo, lo mismo que mucho esfuerzo plural, diverso y transversal.
 
Tenemos que reconciliar política, instituciones, gobiernos y sociedad, lo que no será de un día para otro, puesto que para que un cambio pueda consolidarse, necesita de la sumatoria de hechos cotidianos que en su persistencia derroten cualquier inmovilismo y un compromiso activo de la sociedad en ese objetivo; además, somos conscientes en DIGNIDAD, que ningún dirigente o gobernante, por más capaz que sea, puede cambiar las cosas si no hay una ciudadanía dispuesta a participar activamente de dicho cambio y ello es y será nuestro objetivo.

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