Una cosa piensa el burro y otra el que lo enjalma. Petro en Washington

Enrique Daza – Tomado de Las Dos Orillas

5 de mayo de 2023

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El objetivo de la gira de Petro fue asegurarle a Biden que Colombia mantiene su alianza con Estados Unidos, que no vive su mejor momento en el Hemisferio. Aunque unas son de cal y otras de arena. Hace poco la Casa Blanca logró alinear a Alberto Fernández, de Argentina, rehén del FMI por el multimillonario endeudamiento. También a Gabriel Boric, de Chile, quien apoyó entusiasta las operaciones contra Rusia en Ucrania, y consolidó su alianza con Paraguay. La plana mayor ha efectuado una intensa actividad, incluyendo a Blinken, Sullivan y Mayorkas y, para dejar en claro que las cañoneras siguen siendo un componente esencial en la diplomacia del imperio, a la jefa del Comando Sur, general Laura Paterson.

Pero los tiempos no son fáciles.  Perú vive un estado de interinidad, pues, aunque Estados Unidos apoya a Dina Boluarte, presiona al mismo tiempo un acuerdo entre ella y el Congreso de ese país para unas prontas elecciones. Uruguay se ha solidarizado con Estados Unidos, pero negocia un tratado de libre comercio con China, tratado que Perú tiene suscrito desde hace años con la potencia asiática. Y, de encima, varios gobiernos se han desmarcado de la agenda estadounidense, especialmente Brasil y México, que se suman a Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Cuba e incluso al excéntrico Bukele, de El Salvador.

La alianza con Colombia juega un papel clave para mantener la influencia en la región. El planteamiento de Biden sobre el papel de Petro, y antes de Duque, para atar a Colombia a la cola del carro como una pieza clave de la geopolítica estadounidense y su llamado a liderar conjuntamente la llamada “defensa de la democracia y la libertad” fueron respondidos con obsecuencia por el presidente colombiano. A cambio, EUA ofreció 500 millones de dólares para proteger la Amazonia. Pero no se aclaró que serían compartidos con los demás países amazónicos.

El otro tema de interés para Estados Unidos es el control de las migraciones. Al final de la breve conversación con el presidente Petro, Joe Biden se dio cuenta de que algo había omitido, sacó sus apuntes y farfulló una frase que nadie entendió sobre el Canal de Panamá y, de inmediato, para ocultar su confusión, señaló que el tema debía discutirse en otro momento. En la rueda de prensa posterior, Petro hizo referencia a la necesidad de la interconexión eléctrica con Panamá y a la conveniencia de integrar el sistema eléctrico del continente americano para exportar energía limpia hacia Estados Unidos.

Todo fue un enredo. Al parecer, Biden dejó sin abordar un asunto que preocupa a Estados Unidos: exigir que Colombia detenga o disminuya los flujos migratorios masivos por el Tapón del Darién. Así lo dio a entender el agradecimiento a Petro por retener a los migrantes venezolanos en Colombia, lo cual corresponde a la política estadounidense de presionar a los países del Sur para que impidan el tránsito de migrantes hacia el norte. El tema es altamente sensible entre la opinión norteamericana y su manejo influirá sin duda en las próximas elecciones. Pero ni Biden supo explicarlo ni Petro lo entendió.

Los ejes de la relación entre Colombia y Washington son, en lo económico, el Tratado de Libre Comercio y, en lo político los acuerdos militares, en especial la participación de Colombia como socio estratégico en la OTAN, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, la proyectada base militar en la isla de Gorgona y los múltiples acuerdos y asesorías a las fuerzas armadas colombianas. Sobre renegociar el TLC, ninguna exigencia le hizo Petro a Joe Biden, pese al compromiso de campaña. Tampoco cuestionó el activismo militar de Estados Unidos en el mundo y, por el contrario, se sumó en forma complaciente a la condena a Rusia en la guerra de Ucrania.

En la lucha contra el narcotráfico, Estados Unidos le dio un compás de espera al gobierno colombiano, pero no ocultó su alarma por el incremento de sembrados de coca.

El compromiso estadounidense con la reforma agraria, que Petro comparó con la Alianza para el Progreso promovida por Kennedy en Punta del Este, no tendrá ningún resultado importante si no se replantea el TLC, que garantiza millonarias exportaciones de excedentes agrícolas sin aranceles hacia Colombia, lo cual tiene arruinado al agro colombiano.

Al llamado de Petro a una alianza para la descarbonización del Continente, Biden dio una respuesta protocolaria, pues no podría ser de otro modo. Es dudoso que las advertencias apocalípticas de Petro sean capaces de influir en la política energética de Estados Unidos, que ha incrementado la exploración y explotación del gas para vender a Europa, después de haberle quitado este mercado a Rusia, y aprobado fuertes incrementos en la producción de petróleo, ante las dificultades para controlar a sus aliados en el Golfo Pérsico. No se olvide además que EU produce 8 veces más carbón que Colombia y tiene una emisión de gases de efecto invernadero 8 veces mayor. Para darle contentillo a Petro, Biden añadió que se había reunido recientemente con diez de los 196 países que participarán en la próxima conferencia sobre cambio climático (COP) y que llevará propuestas a la próxima reunión. Seguramente no estuvieron en dicha planificación ni India ni China ni Rusia, los otros grandes emisores.

Sobre el canje de deuda por clima, Biden se comprometió a llevar al FMI la propuesta de Petro de utilizar los Derechos Especiales de Giro (DEG) para esta operación. Pero la propuesta no tiene ninguna viabilidad. En primer lugar, solo unos pocos académicos han planteado una nueva emisión de DEG y ningún gobierno, ni siquiera el colombiano, ha presentado oficialmente al FMI la posibilidad de usarla para un canje por clima. Una nueva emisión de DEG supone un trámite en el Congreso y en el Departamento del Tesoro en Estados Unidos y, ante la cercanía de las elecciones, aunque quisiera, Biden cuenta con poco margen de acción durante los próximos dos años. Hay un debate sobre si los DEG pueden incorporarse al presupuesto o si deben simplemente aumentar las reservas de los países. En caso de una nueva emisión de DEG, el FMI, bajo la dirección de EUA, prefiere fortalecer las reservas internacionales de los países para evitar crisis en los flujos comerciales, ante la inminente recesión. La propuesta de Petro, improvisada además de especulativa e inviable, parece haber sido hecha ocultar la falta de resultados concretos en los otros temas.

En síntesis, EUA avanzó un paso más en su agenda con Colombia. Y Petro, además de palmaditas en la espalda, lo único que logró fue repartirse 500 millones de dólares con los demás países amazónicos y tomarse unas fotos para fortalecer la imagen altruista con la que Estados Unidos pretende ahora presentarse ante los incautos.

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